Cómo
El proceso desde que una idea empieza a rondar por mi cabeza hasta que queda plasmada en una prenda lista para usar es más largo de lo que podría suponerse.
Lo primero es hacer un boceto del diseño y para eso, papel y lápiz, por supuesto. Una vez hecho el dibujo, hay que pasarlo al tejido, que previamente se ha lavado para quitar el apresto que suele traer de fábrica.
Después empieza lo que para mí es lo mejor: trabajar la tela con el pincel. Diluyes la pintura, la mezclas hasta que consigues el tono deseado, mojas el pincel y en el momento en que empiezas a deslizarlo por la tela entras en otro mundo. Para que el resultado perdure, hay que utilizar unas pinturas especiales que resisten los lavados.
Tras esperar unos días para que la pintura se seque completamente, se fija con calor (un buen rato de plancha...). De este modo la prenda se puede lavar en la lavadora sin ningún problema, procurando hacerlo a un máximo de 30 ºC.
Como me divierte horrores combinar técnicas, en muchos de mis diseños además de la pintura a pincel aparecen bordados a mano, aplicaciones textiles, tinción con shibori, etc.
Además de camisetas y sudaderas, cada primavera hago una pequeña colección de blusas que confecciono en mi taller poniendo todo el mimo del mundo en cada detalle, desde el corte del tejido pieza a pieza hasta los remates finales a mano.